Esta ha sido una regata diferente
a todas por diferentes motivos.
Uno de los motivos es que al ser
en la semana posterior a la Semana Santa, mis hijos tenían vacaciones y pudimos
desplazarnos toda la familia, por lo que aterrizamos en Blanca el lunes 25 de abril.
Otro motivo es que esa semana era
la fiesta de la primavera y del patrón de Blanca, San Roque, por lo que estaba
plagada de actividades diversas: ferias, teatro infantil, senderismo, ruta de
la caña y tapa por el piragüismo, desfile de gigantes y cabezudos con el tío de
la Pita, Romería de San Roque, paellada gigante, bombas japonesas, conciertos, mercadillo,
y por supuesto, el descenso del Segura. Vamos que no nos íbamos a aburrir.
Rober no podía venir toda la
semana, por lo que me traje el K2 y un K1 para poder entrenar en Blanca.
En cuanto llegué me acerqué al
río y a las instalaciones del club de Blanca. Les pregunté si podía guardar el
K2 en sus instalaciones y enseguida me hicieron un hueco en su hangar. Además
me invitaron a realizar con ellos el descenso, el miércoles por la mañana.
Desde aquí quiero agradecer la
hospitalidad y amabilidad de los integrantes del club Blanca de Piragüismo.
Muchas Gracias a todos.
El martes me eché al río y me
puse a remontar. A los 14 minutos había avanzado un kilómetro, y el río cada
vez era más estrecho y con agua más movida, por lo que di la vuelta como pude y
me bajé al embalse.
El miércoles, varios componentes
del club de Blanca y yo subimos hasta Cieza en la furgoneta del club. Tras
simular la salida nos vamos al agua. Tengo que reconocer que algún que otro
nervio tenía, ya que iba a hacer un descenso para mí desconocido, y en un K1
muy inestable.
Voy fijándome en las curvas,
corrientes laterales, etc, e intentando asociarlas con el paisaje, para estar
prevenido el día de la regata. Llegamos a la presa y desembarcamos para su
análisis. Tras ver cómo se tiran por ella un K2 y un K1 sin mayor problema,
decido tirarme. Enfilo, acelero, me apoyo a la izquierda y hasta abajo. Bajé
la presa mejor de lo que pensaba, pero tampoco es que sea una técnica que
domine.
Enseguida llegan los rápidos.
Mucha espuma blanca se ve. La gente del club me indica el mejor recorrido para
bajarlos, así que les hago caso y los paso con bastante movimiento pero sin caer
ni pegar con ninguna piedra. Eso sí, me dejé llevar por la corriente, remaba lo
justo para controlar la dirección.
Ya habíamos pasado lo más
complicado y llegamos felizmente a Blanca, un descenso muy divertido. Por la
tarde nos fuimos con la charanga de ronda por los bares tomando cañas y tapas,
cayeron 6 o 7. Buena iniciativa del club, fue un éxito.
El jueves descanso. Fuimos al
Siglo XX donde degustamos una suculenta paella de cerdo con romero fresco.
Estaba muy buena, sí señor.
El viernes amanecemos con la
Romería de San Roque pasando por debajo del balcón de casa, con el tío de la
pita tirando cohetes y petardos a las 8 de la mañana. Pues nada, nos levantamos
y nos vamos de turismo, ya que en Blanca está todo cerrado. Antes remo una
hora.
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